30.7.18

POBLACIÓN EN CAMERO VIEJO SEGÚN EL CENSO DE PECHEROS DE CARLOS I. 1528

POBLACIÓN EN CAMERO VIEJO SEGÚN EL "CENSO DE PECHEROS"
 (CARLOS I)
-1528-


Aunque ya en el siglo XV hay algunos tímidos escarceos (como el denominado censo de Quintanilla), es en el siglo XVI cuando comienza verdaderamente la realización de censos de población, entendiendo como tales, en sentido amplio,  las operaciones encaminadas a contar la población de un estado. Los estados modernos necesitan satisfacer las necesidades de la Corona y para ello deben recurrir a conocer la situación económica de sus súbditos, que son al fin y a la postre los que van a solventar estas necesidades. Y es España, uno de los países europeos pioneros en la realización de estos censos de población.

Podemos establecer dos épocas en la confección de estos censos:
  • Primera Época. Comienza en este siglo XVI y culmina a mediados del XVIII. Los censos de esta época se caracterizan fundamentalmente por tres parámetros:
           -La unidad censal es el vecino pechero (el contribuyente).
         -El fin último del censo es de carácter eminentemente fiscal. Aunque hoy nos pueda servir, de una manera indirecta, para conocer el tamaño de las poblaciones. 
          -La información la proporcionan las autoridades municipales sin contar con el elemento objeto de estudio, es decir, sin contar con el vecino pechero. Para ello debían recurrir a los padrones locales, a las matrículas de cumplimiento pascual o al simple conocimiento de la población.
  • Segunda Época. Desde mediados del siglo XVIII hasta nuestros días. Se caracterizan por:
            -La unidad censal es la persona y se trata de incluir a todos los habitantes, salvo errores.
        -Su fin primordial es el conocimiento de la población y sus características, con el objeto de poder aplicar estos conocimientos a cualesquier necesidad estatal, pero sin un objetivo establecido de antemano.
          -La información es suministrada directamente por las personas, yéndolas a buscar a sus propios domicilios. Es lo que entonces se conocía como "calle hita".

Pues bien, el censo que pretendemos comentar está enclavado en lo que hemos denominado por  claridad expositiva, como censos de la Primera Época. Pero antes de dar datos concretos del Censo de Carlos I, veamos alguna cuestiones previas que nos sitúen en el mismo.

Los Servicios a Su Majestad eran impuestos ordinarios o extraordinarios que se aprobaban en Cortes y recaían sobre los vecinos pecheros (contribuyentes) con el objeto de sufragar las necesidades de la Corona. En todos los pueblos existían "padrones de pecheros", que servían para asignar a cada contribuyente, la cantidad que debía pagar, con objeto de alcanzar entre todos el monto señalado a cada pueblo por la contaduría provincial (cáñama).

Ocurrió sin embargo, que el "reparto del servicio" entre los pueblos no debía ser suficientemente equitativo y se elevaron las consiguientes quejas al Rey por agravios comparativos, de tal forma que  Carlos I decidió enviar dos comisionados a cada intendencia para que reconocieran los pueblos y comprobaran in situ en los padrones el número de pecheros que figuraban y lo que pagaban en el "servicio". Además, estos comisionados deberían hacer un informe sobre la riqueza de dichos pecheros.

Una vez reunidos los datos de toda la Corona de Castilla, se trataba de hacer que todos los vecinos de cada población de cada intendencia contribuyeran de manera equitativa, de tal forma que no recibieran agravio alguno.

La recopilación de datos duró casi ocho años, de 1528 a 1536, aunque refiriéndose siempre a lo que  se pagó por el "servicio" en 1527 y 1528.

Años después, la Corona estableció para Castilla un nuevo "Servicio Extraordinario" de 100 quentos (100 millones de maravedíes), que deberían pagar los vecinos en el año de 1541, lo que motivó que en esta fecha se realizara una revisión del Censo, y este último es el que ha llegado hasta nosotros. El conjunto de estos datos se encuentra en un documento del Archivo de Simancas (signatura "Contadurías Generales", manuscrito nº 768).

El Censo de Pecheros cubre las provincias de la Corona de Castilla a excepción del País Vasco, que tenía un régimen fiscal propio y las tres provincias últimamente incorporadas a la corona: Reino de Granada (1492), Islas Canarias (1496) y el Reino de Navarra (1512).

Los datos de población que aparecen en el censo se reducen al número de pecheros, incluidas viudas, menores y pobres, aclarando que todos contaban por igual, como un vecino. Hay que recordar, sin embargo, que los pobres no pechaban y las viudas y menores solían hacerlo por la mitad.

Los estados privilegiados, la Iglesia y la Nobleza, tampoco pechaban, por lo que no aparecen reflejados en el censo.

Veamos a continuación, los datos tabulados de los pueblos de Camero Viejo,


Una cuestión importante nos queda por comentar, y es la conversión de los datos de vecinos a su correspondiente número de habitantes, para conocer la población, siquiera de manera aproximada. En la historiografía, tanto de la época como contemporánea, se puede comprobar como se ha debatido mucho sobre el tema y los especialistas no se ponen de acuerdo en la obtención de un único coeficiente de transformación para éste u otros censos similares. Más bien, habría que hablar de coeficientes específicos para poblaciones y censos concretos. Por simplificar, vamos ha utilizar dos coeficientes que podríamos llamar extremos, 3,50 (mínimo) y 4,50 (máximo). Así para el caso de Laguna, hablaríamos de una población que podría oscilar entre 490 y 630 habitantes del estado llano (incluidas viudas, menores y pobres), a los que habría que sumar los clérigos y nobles, que no figuraban en el censo. Es decir, en ningún caso la población total de la época del reinado de Carlos I en Laguna, pasaría de 650 habitantes.

Informaciones extraídas del libro "Censo de Pecheros. Carlos I. 1528. Tomo I y II. INE. Madrid. 2008" y del artículo "Censos de población españoles. Eduardo García España. Revista Estadística Española. Vol. 33, Nº 128, págs. 441-500. 1991".



3.7.18

DESPOBLACIÓN DEL CAMERO VIEJO


HUMO


Censo de población del pasado año 2017, según el INE. Soto en Cameros, incluidos Trevijano, Luezas y Treguajantes: 97 habitantes. San Román de Cameros, incluidos Santa María (despoblado), Montalbo (despoblado), Vadillos, Avellaneda (despoblado), Valdeosera (despoblado) y Velilla: 140 habitantes. Ajamil de Cameros, incluidos Torremuña y Larriba: 66 habitantes. Hornillos de Cameros: 21 habitantes. Jalón de Cameros: 18 habitantes. Rabanera: 28 habitantes. Cabezón de Cameros: 16 habitantes. Laguna de Cameros, incluido Tejada: 119 habitantes. Muro en Cameros: 44 habitantes. Torre en Cameros: 10 habitantes. Terroba: 32 habitantes. En total, según cifras oficiales, hay en estos 23 asentamientos de Camero Viejo, 586 habitantes, para un territorio de 286,92 km2, es decir, la densidad de población es de dos habitantes/km2, menor que la de la Laponia finesa. Y estos son los datos oficiales. La realidad es todavía más cruda. Cualquier noche de invierno pernoctan en todo el territorio menos de la cuarta parte de esta cifra y la mayoría de ellos, jubilados de avanzada edad. No hay relevo generacional. En unos pocos años, nuestros pueblos se vaciarán.

Vemos en los medios de comunicación locales como nuestros representantes públicos engolan la voz para autocomplacerse con las medidas a adoptar para solucionar el gravísimo problema de la despoblación. Llevo oyendo las mismas historias muchos, muchos años. Humo, nada más que humo. El Camero Viejo, se muere. Desde los años 60 del siglo pasado y de manera imparable, se viene produciendo una fortísima despoblación y los políticos lo único que van a hacer es certificar su defunción. Los pocos vecinos cameranos no representamos nada, porque somos un puñado de votos irrelevante para la corta visión de nuestros dirigentes.

Ninguna política de ningún signo, ha sabido o querido afrontar el problema, ni a nivel nacional, ni a nivel local. Pero, eso sí, cuando las elecciones estén próximas, veremos por nuestra tierra algún político de segundo o tercer orden mendigando ese puñado miserable de votos, prometiéndonos revertir el fenómeno despoblacional. Incluso, ese día de la fiesta más emblemática y global del valle, el Día del Camero Viejo, quizás aparezca alguno con promesas maravillosas. Pues bienvenido sea, si de verdad trae proyectos sólidos para el valle, proyectos que generen actividad económica en la zona. Esta es la clave, actividad económica, inversiones de verdad, inyección de dinero y el resto es humo, sólo humo.