23.8.23

CRIMEN PASIONAL EN LAGUNA


CRIMEN PASIONAL EN LAGUNA


Como quiera que esta canícula infernal no nos permite socializarnos demasiado, he aprovechado el refugio que me ofrecen los muros de piedra de la casa donde vivo, para, huyendo de las calurosas tardes estivales, repasar algunas notas manuscritas recogidas años ha, durante las largas noches invernales al amor de la lumbre, escuchando las historias del abuelo “Moli”. En una de aquellas veladas en las que le oía embelesado contar historias de su pueblo, me habló de un hecho luctuoso, del que tomé buena nota y que hoy, después de recopilar algunos datos en el Archivo Municipal (1) y otros tantos en la hemeroteca del diario “La Rioja” (2), voy a tratar de contar con cierto detenimiento. Esta historia, transmitida por tradición oral, es reflejo fiel de los hechos acaecidos en la noche del primero de marzo de 1912, como veremos.

Pero, antes de relatar los hechos que se produjeron en esa fatídica noche, vamos a ponernos en situación, estableciendo el marco histórico en el que se desarrollaron los acontecimientos. Reinaba en España, Alfonso XIII. Un reino en el que a principios de siglo vivían casi 19 millones de habitantes, siendo el 70% de esa población, agrícola, es decir vivía en el campo y del campo. Durante la primera mitad del siglo, en España se produjeron violentos conflictos sociales debido a las desigualdades y a las malas condiciones de vida de las clases bajas asalariadas, que eran la más numerosas. El siglo comenzaba siendo una monarquía parlamentaria con muchas deficiencias democráticas y la Iglesia tenía un posición privilegiada, por lo que desde los púlpitos, confesionarios y colegios religiosos se adoctrinaba a la población y se defendía la lealtad al sistema. Hay que recordar también que en 1898, EEUU declaró la guerra a España, arrebatándole Cuba y Filipinas y causando un gran malestar entre intelectuales y gentes de la cultura. Se empezaba a reflexionar sobre nuestro retraso con respecto a la Europa occidental. Tiempos de crisis moral, política y social. Un joven Manuel Azaña pronunciaba en la Casa del Pueblo socialista de Alcalá de Henares una conferencia titulada “El problema español”, reflexionando sobre los factores que mantenían al país en el atraso secular y concluyendo que era el Estado, con su acción sistemática y modernizadora, el único instrumento posible para la transformación. Por aquellos años, Ortega y Gasset decía que "España es un dolor enorme, profundo y difuso; España es el problema primero, plenario, perentorio. España es el problema, Europa la solución".

Por lo que respecta a Laguna, la población de derecho en 1910 era de 576 habitantes, un descenso poblacional paulatino que se había ido produciendo desde mediados del XVIII, cuando el pueblo contaba con alrededor de 1.000 habitantes.

Pues bien, es en este contexto, en el que se produjo la muerte violenta de Mariano Codes Pérez por la mano de Florentino Martínez Alcázar. En aquella noche de marras, los mozos del pueblo rondaban a las mozas casaderas, que ocultas tras los visillos esperaban impacientes oír pasar a la ronda bajo la ventana de su habitación y escuchar las coplas de “requiebro”. Pero, en un ambiente tan lúdico y festivo, ¿qué pasó para que los ánimos se exaltaran hasta el punto de que se produjera un desenlace fatal?

Esa noche, al pasar los mozos bajo la ventana de la moza Basilia Elías Martínez, que al parecer había empezado a entablar “relaciones” con Florentino, cantó Mariano acompañándose con la guitarra, la insultante coplilla que sigue:

Para pasear tu calle

no necesito cuchillo,

porque el novio que tu tienes,

me lo meto en un bolsillo”

Así que, una vez finalizada la ronda, alrededor de las 10:30 de la noche, y cuando habían quedado solos en la plaza de Los Carros (4) los dos mozos, Florentino interpeló a Mariano diciéndole: “oye, unas palabras”, y Mariano le contestó “aguarda a que deje la guitarra”. Y cuando el mentado Mariano se disponía a dejar el instrumento encima de un carro de la plaza, Florentino, enarbolando un palo que terminaba en cachiporra, le asestó un golpe en la cabeza que derribó a Mariano, continuando dándole varios golpes una vez en el suelo.

Estos son los hechos de autos, tal y como se produjeron, como los recordaba el abuelo “Moli” de haberlos oído contar en su juventud y como nos dicen los documentos que ocurrieron. De tal suerte, que produjeron al mozo Mariano heridas de tanta consideración que falleció al día siguiente, a las doce del mediodía. Según se desprende de las declaraciones ante el jurado de los médicos de Laguna, Antonio Conceiro García y Cabezón, Serafio Ruza Barreiro, que practicaron la autopsia al cadáver del desgraciado Mariano, dictaminaron que “sufrió varias lesiones inciso contusas en las regiones occipital y frontal, y en especial, en la región medio frontal sagital, con fractura de los temporales y hundimiento de la bóveda craneana, que desgarraron las cubiertas del encéfalo y destrozaron éste”. Los galenos, durante la vista, se ratificaron en el informe pericial que habían presentado y afirmaron que las heridas se produjeron de frente y todas ellas eran mortales de necesidad, pues causaron enormes destrozos en la bóveda craneana.

La vista, se celebró durante los días 2 y 3 de diciembre de ese año de 1912, con participación de un jurado popular y según las crónicas de la época, mucho público, especialmente el segundo día, pues se permitió el acceso a la sala a las mujeres, cosa que no ocurrió el primer día de la vista.

Fueron testigos de la acusación los mozos que acompañaban a Florentino y Mariano durante la ronda: Martín Domínguez García, Victoriano Sedano Martín, Víctor Martínez Arnedo, Zacarías Martínez Merino y Victor Muro Pérez; además del padre del fallecido, Mariano Codes. Por parte de la defensa, Basilia Elías, novia de Florentino y el padre de ésta, Balbino, amén del cura de la parroquial de Laguna, Basilio Allona y otros laguchinos, hasta un total de veintiocho.

En su declaración, el procesado Florentino, arguyó en su descargo que la copla que cantó Mariano la tomó por una provocación, y que al finalizar la ronda, cuando le pidió explicaciones, pensó que Mariano se echaba la mano a la faja para sacar un arma, por lo que él, ante el temor de ser agredido, se defendió con la cachiporra. Sosteniendo por tanto, “...que no tuvo intención de matarle, sino sólo de defenderse”.

El fiscal sostuvo en sus conclusiones finales que el hecho se trataba de un delito de homicidio, sin agravante alevosa, del que es autor el procesado. Pero entiende, que no debe concedérsele ninguna atenuante, por haber obrado con obcecación. Por lo que solicita se le imponga al procesado la pena de catorce años, ocho meses y un día de reclusión temporal, accesorias y costas e indemnización de 2.000 pesetas a los herederos del interfecto.

Por su lado, el letrado defensor sostuvo, que es evidente que concurre en favor de su patrocinado la circunstancia atenuante de arrebato y obcecación, solicitando se imponga al acusado la pena de doce años y un día de reclusión temporal.

Reunido el Jurado Popular, declaró a Florentino Martínez Alcázar, culpable de homicidio simple, sin agravantes.

El Tribunal de Derecho dictó sentencia condenando a Florentino Martínez Alcázar, a la pena de doce años y un día de reclusión temporal, accesorias, costas e indemnización de 2.000 pesetas a los herederos de Mariano Codes Pérez, declarando el comiso de la cachiporra que sirvió para la comisión del delito y disponiendo se abone a Florentino la mitad del tiempo de prisión provisional sufrida.

Cuando ocurrieron los hechos que hemos narrado, Florentino estaba presto a cumplir 23 años. Vivía con sus padres Pedro Martínez Rodríguez, de Torremuña y Vicenta Alcázar Pérez, de Laguna, en el número 1 de la Calle Mayor (hoy casa de Luisito “El Carchas”). Había nacido en Nestares.

Después de cumplir condena, se casó en Laguna, en 1925, con Modesta Rodrigo Ochoa (de “Las Ruedas de Enciso”) y vivieron en la Calle “El Cristo” n.º 26, hoy un solar al lado de la casa de Filo y Marimar. Tuvieron cinco hijos, de los que tres sobrevivieron a la edad adulta, Victoriano, Lorenzo y Matilde. Esta última, vive. Modesta murió joven, por lo que dejó a Florentino con tres bocas que alimentar y una precaria situación económica. Fueron ayudados en aquellos momentos difíciles por otra familia del pueblo, la de José María García, “Josepe”, que también había sufrido por esos avatares de la vida, la perdida de su mujer y una hija, y vivían una situación familiar también difícil. Solidaridad ante la adversidad.

En 1955, Florentino y su familia, ya no vivían en Laguna. Se habían bajado a vivir a Logroño. Murió poco después (3), en 1963, en la antigua Beneficencia, “La Bene”, donde estaba recluido por desequilibrios mentales. Según mi “cuentacuentos” particular, Florentino no pudo asumir nunca el hecho de haber matado a un hombre y ello le llevo a desquiciarse al final de sus días.

En el juicio, el defensor expuso el carácter de Florentino, pintándolo como “afable, pacífico y condescendiente” en sintonía con las declaraciones de los testigos de dicha defensa.

Mariano, también estaba a punto de cumplir los 23 años cuando se produjo el fatal desenlace que acabó con su vida. Era hijo de Mariano Codes García, natural de Laguna y de Venancia Pérez García, de Diustes (Soria). Tenía dos hermanas menores, Anastasia y Justa.

Durante la vista, al hacer el resumen el Presidente de la Sala, “...se lamenta de la frecuencia con que se registran delitos de sangre en esta región, segando la vida de los hombres, por el motivo más pequeño y baladí, lesionando así el derecho más grande del ciudadano”.

En cuanto a Basilia Elías Martínez, poco podemos decir, supongo que muy a su pesar protagonista del suceso. Sin tan siquiera contar con 19 años de vida, se vio implicada en un hecho que seguramente le marcaría para el resto de sus días. Basilia, era hija de Balbino Elías Ruiz y Eulalia Martínez García, los dos nacidos en Laguna. Basilia, tenía un hermano, Carlos, que casó en primeras nupcias con Juana Tejado López (de “El Horcajo”), con la que tuvo dos hijos, Balbino Elías Tejado y Luis Elías Tejado.

El abogado defensor “...hizo un estudio muy real de la vida de los pueblos, de lo que puede en ellos la chinchorrería y las habladurías de unos y de otros”. Haciendo hincapié en como “...los hechos conmueven las pasiones que agitan y combaten a las personas, especialmente en la edad moza e influyen para la realización de sus actos.

Y hasta aquí, la historia trágica que hemos contado y que seguro ha sido transmitida desde entonces en las cocinas, bajo la mortecina luz de la lumbre, por las abuelas, en aquellos “trasnochos” en que nos contaban a los mocetes truculentas historias de épocas pasadas. Hemos intentado contar la historia como hubiera podido haberse contado por trasmisión oral en aquella época, sin alejarnos de la verdad y con fidelidad a los hechos, pero para aquel o aquella que quiera saber más datos precisos sobre el tema, le propongo consultar estas citas a pie de página.

(1)-AMLC. Registro Civil. Diversas Partidas de nacimiento, defunción y casamiento.

(2)-Artículo del diario “La Rioja”. Fecha 3/12/1912. Audiencia. Homicidio en Laguna (Primera Sesión).

-Artículo del diario “La Rioja”. Fecha 4/12/1912. Audiencia. Homicidio en Laguna (Final del Juicio).

(3)-Diario ”Nueva Rioja”. Fecha: 11/1/1963. Año XXVI. N.º 7623. 2ª página. Defunciones. Defunción de Florentino Martínez Alcázar, de 76 años, de Laguna de Cameros.

(4)-En el diario “La Rioja” se le llama a la Plaza Fernando Cámara, Plaza de Los Carros. Hay que recordar que en la fecha de autos no estaba todavía el monumento al maestro Patricio Aguileta Salazar.