12.9.16

DESPOBLACIÓN-DESOLACIÓN. DEMOGRAFÍA DURANTE EL SIGLO XX EN LAGUNA DE CAMEROS.

DESPOBLACIÓN-DESOLACIÓN
- SIGLO XX EN LAGUNA DE CAMEROS -

El máximo apogeo poblacional durante la Edad Moderna, se produce en Laguna de Cameros en el intervalo de tiempo que va entre la primera mitad del siglo XVII y finales del XVIII. Esta cúspide demográfica va de la mano de otro auge, este económico, auspiciado fundamentalmente por el esplendor mesteño. La ganadería trashumante y su derivada económica, la producción lanar, supuso para esta villa un importante acicate que motivó un fuerte desarrollo económico. Según los cuadernos de tazmías de la villa, los tintes comienzan en Laguna antes de mediar el siglo XVII y finalizan en el último tercio del siglo XVIII. Los libros de fábrica de la iglesia nos hablan de que en 1733 había 20 telares, 3 tintes, 3 batanes, 6 tableros de tundir y otras prensas. Ítem más, en esta época bajaban a “estremos” alrededor de 13.000 cabezas de ganado lanar. Por otro lado, el Catastro de Ensenada, realizado en la villa en 1751, nos habla de una población que sobrepasa en poco los mil habitantes. Nos informa también, que había en Laguna dos molinos harineros, tres batanes para desengrasar y enfurtir paños, un tinte y tres prensas de paños al fuego. Todos estos datos se corresponden con un desarrollo económico importante en la villa. Estos dos factores, el económico y el poblacional van inexorablemente parejos. Eran los momentos previos a la decadencia mesteña que se producirá poco tiempo después y que culminará con la práctica desaparición de la ganadería trashumante durante el primer tercio del siglo XIX. El cambio del sistema productivo hacia otras formas de explotación de la tierra basada en la roturación y la ganadería estante, había comenzado.

Es pues en este último periodo, en el que poco a poco y de manera paulatina pero inexorable, se produce un lastimoso proceso de despoblación, paralelo a la pérdida de poder de La Mesta y su ulterior desaparición. Pero el fenómeno despoblacional seguirá imparable durante todo el siglo XX y dentro de éste será su punto álgido, la década de los sesenta de este siglo pasado.

Pues bien, vamos ha estudiar en este post, siquiera someramente, ese descenso demográfico de la población “laguchina” durante el pasado siglo XX y comienzos del XXI. Y para ello, nada mejor que utilizar un gráfico que nos detalle esta evolución y en el que se muestren los datos de la población de derecho, es decir los residentes presentes en Laguna en el momento de la realización del censo, más los ausentes en ese mismo momento censal. A pesar de realizarse el estudio sobre el siglo XX, hemos querido reflejar también unas cifras previas, referidas a finales de siglo XIX, con objeto de mostrar el estado poblacional anterior que nos servirá de referencia.
Como primera aproximación, podemos observar en la gráfica, que desde 1900 hasta hoy se produce un descenso paulatino de la población que culmina en la situación actual, es decir, que de alrededor de unos 600 habitantes a comienzos del siglo, pasamos en 2015 a 125 personas inscritas en el censo. Bien es cierto que este último dato es un tanto ficticio, dado que todos conocemos que en Laguna durante la mayor parte del año, no pernoctan hoy en día más allá de cincuenta personas.

Pero sigamos con la gráfica. Con excepción de un repunte poblacional en los años cincuenta, quizás motivado por el desarrollo chacinero en la localidad y que se ve frustrado una década más tarde cuando se produce el “milagro económico español” que trajo entre otras consecuencias un éxodo masivo del medio rural a las ciudades mas industrializadas, se puede observar esa paulatina tendencia demográfica descendente. Y dentro de esta tónica general, se observa en la década de los años sesenta que se produce una inflexión brusca en esta tendencia, como consecuencia de ese “milagro económico” que posteriormente se ralentiza a raíz de la crisis mundial del petroleo en la década de los 70. Pero en cualquier caso, esta tendencia general descendente se ha mantenido hasta nuestros días, de tal suerte que ha conseguido vaciar nuestros pueblos al amparo de la desidia y apatía de nuestros gobernantes, que lejos de implementar políticas de desarrollo económico-social sostenible en las zonas más deprimidas demográfica y económicamente de nuestro país, se han dedicado durante décadas a la autocomplacencia basada en la rentabilidad inmediata de sus miopes políticas cortoplacistas.

¿Qué nos deparará el futuro más inmediato? Parece que la tendencia descendente es imparable. Nuestros pueblos a corto plazo se han de convertir, sino lo han hecho ya, en lugares de recreo vacacional o fin de semana, pero la vida rural tal como la hemos conocido los que ya peinamos algunas canas, nos tememos que tiene los días contados. Ya no corretean las calles nuestros chiquillos, los jóvenes se han marchado, sólo quedan ancianos... A no ser que nuestros servidores públicos, sí, aquellos a los que pagamos con nuestros dineros, sean capaces de apostar de una vez por todas por nuestros pueblos. Hoy más que nunca, quizás tengamos una mínima oportunidad. Tenemos a un máximo representante público que conoce esta problemática como cualquiera de nosotros. Él es nacido en este medio rural. Y no sólo debe conocer esta problemática, él tiene los medios y la obligación de tratar de revertir esta situación. Imaginación, trabajo, voluntad decidida y apoyo a cualesquiera iniciativa que pretenda sacar de esta situación desoladora a nuestros Cameros. El reto está ahí, presidente.


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